martes, 6 de enero de 2009

Era un hombre de oración y sufrimiento

El Padre Pío nunca salió de su convento, no escribió libros, no era un teólogo erudito, ni tuvo títulos de dignidad... su existencia fue la de un simple sacerdote que decía misa y confesaba.



"¡Mirad qué fama ha tenido, qué clientela mundial ha reunido en torno a sí! ¿Por qué? ¿Quizá porque era filósofo o sabio o tenía medios a disposición?… No, sino porque decía Misa humildemente, confesaba desde la mañana hasta la noche… ¡Era un hombre de oración y sufrimiento!.” (Pablo VI)



La figura extraordinaria del padre Pío es la respuesta divina a unos tiempos difíciles, oscuros, pudiendo decirse que la concentración de virtudes y dones sobrenaturales en su persona es un hecho con el que la divina Providencia quiere hacer una llamada a la conversión en una época marcada por el laicismo y el materialismo, promoviendo esos dones maravillosos con el fin de contrarrestar el poder omnipresente y retador de las sombras que hoy acechan a la humanidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario