jueves, 12 de febrero de 2009

El vigilante y los ladrones


“Unos ladrones merodeaban en mi barrio, en Roma, y esto me impedía ir a visitar al Padre Pío. Al final me decidí después de haber hecho un pacto mental con él: “Padre, yo iré a visitarte si tú me cuidas la casa...”.


Una vez en San Giovanni Rotondo, me confesé con el Padre y al día siguiente, cuando fui a saludarle, me reprendió: “¿Aún estás aquí? ¡Y yo que estoy sudando para sostenerte la puerta!”.


Me puse de viaje inmediatamente, sin haber comprendido qué había querido decirme. Habían forzado la cerradura, pero en casa no faltaba nada.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario